El martillo del Alba. Informe de batalla, parte 2

Mientras, a pesar de las bajas que estaban causando en los eldars, el flanco derecho se perdía para las fuerzas de la Legión Negra, en el otro extremo del campo de batalla estaba teniendo lugar unos acontecimientos que, aunque menos espectaculares que la matanza provocada por los berserkers de Khorne, iban a resultar de una importancia mayor para la galaxia.

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Los exploradores eldar, al acecho en una torre en ruinas cerca del misterioso túnel.

Saima observó la imponente figura que era la armadura de exterminador de Kranon, inmóvil como una estatua. Había sentido el castigo psíquico al que había sido sometido el general; si seguía vivo, no estaba en condiciones de mover su cuerpo, mucho menos de dirigir la batalla. Sintió un pellizco de satisfacción al saber que ahora no tendría que rendir cuentas a su superior por seguir su propia agenda. Abrió los canales de comunicación con las tropas en reserva.

—Escuadra Korda, transporte rhino a máxima velocidad, hostiles en sector XXVIII. —Abrió un segundo canal directamente con la astronave que, como una tormenta, acechaba en la órbita baja del planeta—. Hermano Adonai, eleva una plegaria a Aquel que Susurra el Destino y Conoce todos los Caminos, dirigíos a  las coordenadas de teletransporte preestablecidas, necesitamos toda la potencia de fuego disponible. ¡Gloria a Abaddon!

Confiado en que los refuerzos se harían cargo del enemigo, escuchó cómo los fanáticos que habían reclutado en la población local comunicaban extraños códigos escritos en la documentación que encontraron en las ruinas donde se ocultaban.

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A pesar de estar comiendo tierra por no asomar sus feas cabezas fuera de la cobertura, los sectarios de la orden de La Garra de los Dioses mantienen la disciplina suficiente como para recordar las órdenes de su general: «¡Adelante, escoria! ¡Quiero que registréis todo!».

El hechicero abrió su mente a la Disformidad en busca de más información, intrigado. Sintió la presencia de los psíquicos eldar, una premonición casi dolorosa de peligro en la cercana torre. De forma despreocupada, liberó todo su poder en forma de una columna de llamas en ese lugar, regocijándose al sentir cómo varios de los exploradores eldar eran carbonizados, pero antes de continuar con su castigo hacia ellos, una seductora voz violó su mente abierta a los poderes que acechaban en el Oceáno de Almas.

—Saima… Poderoso hechicero… Ven hacia mí, encuéntrame y te concederé todos tus deseos…

Olvidando la batalla, corrió hacia el túnel, sentía… No, sabía que la voz había surgido de las profundidades de ese túnel.

Eldarion, el vidente eldar, de pronto supo que las runas indicaban que fueran a ese lugar, ahora se había desvelado la mancha del Enemigo muy cerca. La Sedienta se había revelado al enemigo, el poder oculto en el subsuelo de este lugar podría significar un nuevo holocausto para su raza si era liberado. Con esta revelación toda su serenidad se perdió; ordenó a las tropas que esperaban en la retaguardia que avanzaran y que todo aquel que no estuviera trabado en combate entrara en el túnel, donde sin duda aguardaba su destino. Todavía tenían bastantes esperanzas, dominaban el campo de batalla y solo un ignorante hechicero se acercaba al túnel. De pronto, todo voló por los aires…

Las tropas que avanzaban desde la retaguardia activaron un campo de minas astutamente camuflado, acabando con una escuadra al completo, las hebras del destino fueron cortadas cuando un escuadra de exterminadores se teletransportó de la brusca forma que solo los humanos eran tan temerarios de hacer. Y ¿qué era ese ruido?

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¡AQUÍ LLEGA EL COCHE DE PAPÁ!

Los refuerzos del Caos habían llegado y estaban dispuestos para dar guerra. El transporte blindado recibió como bienvenida una andanada de misiles perforantes, cortesía de una escuadra de Segadores Siniestros, y el calor fraternal de los rifles de fusión de los Dragones Llameantes. Como consecuencia perdió una de sus cadenas, el piloto murió y el tanque perdió el control estrellándose contra las cercanas ruinas. Una aparición breve pero espectacular en la batalla. Además, solo tres de los diez marines embarcados murieron en el emocionante viaje.

Unos intercambios de disparos más tarde de la recién llegada escuadra Korda permitió eliminar a los exploradores supervivientes, con lo que el hechicero pudo entrar en el túnel sin oposición… Para darse de bruces con una puerta blindada, para la cual no tenía el código completo para abrir.

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¿WTF? Para colmo llegan justo detrás unos guardianes eldar, apoyados por un brujo.

Mientras más tropas se aproximaban al túnel, un duelo de titanes se desataba entre los exterminadores de Adonai y los Dragones Llameantes, dirigidos por el mismísimo Fuegan… Por desgracia para los amigos del color negro, ni siquiera las gruesas planchas de plastiacero tienen nada que hacer ante el poder de un Señor Fénix.

Con los eldar como indiscutibles dominadores de la superficie, volvamos al túnel, donde Saima, dispuesto a deshacerse de los intrusos eldar, se prepara para, una vez más, descargar su sobrenatural poder… Pero la presencia de su patrón Tzeentch es débil en estas profundidades, otro poder, más joven pero no menos poderoso, campa a sus anchas aquí, arrastrando el alma del hechicero a su palacio.

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Las divertidas cartas de Disformidad de Milenio Siniestro. Asalto demoníaco.  ¡NOOOO!

Los guardianes, con el camino libre y la totalidad de los códigos en su poder, avanzaron hacia la puerta, introdujeron la contraseña y se adentraron en unos túneles que apestaban a miedo y lujuria mientras los pocos supervivientes de la escuadra Korda le pisaban los talones.

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¿Qué secretos ocultan los túneles?

Menvar quedaba en la retaguardia para cubrir el avance de sus camaradas y evitar un ataque por la espalda de los marines del Caos. Sintió un frío deslizándose por su espina dorsal, apelando a todo su autocontrol, plantó sus pies firmes en el suelo, observó cómo dos enemigos con una barroca armadura se acercaban por la antinatural neblina, sin conseguir detectarlo. De una certera ráfaga acabó con ellos en el justo momento que descubrieron su escondite. Era raro, había combatido antes contra lo que los mon-kheig llamaban «marines espaciales» y sabía que eran peligrosos, pero los que acababa de matar parecía como si tuvieran sus sentidos embotados; algo ocurría, además, hacía rato que notaba un vacío en su ser, como si todos sus camaradas estuvieran mucho más lejos de lo que habrían podido ir desde que partieron hacia la oscuridad de las galerías de más adelante, mucho más lejos de lo que ningún eldar se atrevería a ir de forma voluntaria, y…

—¿Qué es eso? ¡Demasiado rápido! ¡NOOO! ¡ISHA, TEN PIEDAD DE MI!

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Y así acaba esta escaramuza en el planeta Mirrah, con unas diablillas de Slaanesh saboreando las piedras espirituales de unos desdichados eldar. Y mientras la antigua raza encuentra a su más viejo y terrible enemigo, las tropas del Caos lo tienen difícil para dominar la superficie del planeta.

¿Qué misterios aguardan en los antiguos túneles de estas ruinas? ¿Conseguirán los eldar que la corrupción de su némesis no se extienda? ¿Logrará la Legión Negra hacerse con una nueva y terrible arma?

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