«Purga necesaria» – Escenario para Warhammer 40,000 2ª edición

Hay ocasiones que hay que tomar dolorosas medidas. Cuando es necesario alcanzar un bien mayor, cuando es imperativo evitar una situación que provocaría un daño irreparable a muchos. Nuestra raza conoce el significado de la palabra sacrificio, sabemos muy bien lo que es el dolor. Nuestra piel recuerda el daño; las cicatrices nunca desaparecen porque su función es recordar la herida que la causó. Nunca olvidaremos y seremos los guardianes y el último bastión. Aunque eso signifique la muerte de uno o de muchos.

Eldarion, vidente de Ulthwé

1

Eldarion observó una vez más las piedras sagradas, brillantes como pequeñas estrellas entre sus dedos. Las runas inscritas en ellas vibraban como si contuvieran fuego en su interior. El vidente acarició las piedras y dejaron de brillar, apagándose como el color de algunos árboles sagrados. Árboles sagrados. Eldarion recordaba los árboles de su mundo. A pesar de los milenios, su mente aún guardaba la imagen de todas sus ramas, sus hojas, la luz de sus dos soles filtrándose y creando hilos de luz ultravioleta que alimentaban la hierba rojiza y azulada de la tierra. Ahora nada de eso existía. Todo había desaparecido, destruido por El Enemigo. La ceguera y la sinrazón de sus hermanos había provocado el parto divino y el grito de dolor del nacimiento de un dios había destruido todo lo que su raza había construido. Pero no volvería a ocurrir. Bajo ningún concepto.

El vidente guardó las piedras rúnicas en su bolsa y levantó la vista. La silueta de la bruja Aláema se recortaba contra la luz de la lámpara y esperaba sus órdenes.

—No hay ninguna duda. El mon-keigh debe ser eliminado. No es consciente del poder que maneja y dentro de poco despertará una voz que no sabrá callar. Lo he visto. Caerá bajo el beso del Enemigo.

La bruja asintió. Las órdenes eran claras. El bien mayor estaba por encima de un solo individuo. Y sobre todo, por encima de un débil e inconsciente ser humano.

2

El bibliotecario Aduxas volvió a leer el informe. Una pequeña fuerza eldar se aproximaba por el sur e iba directa a la base imperial en la que estaban. Los motivos de esta extraña raza siempre eran un misterio. Aduxas había escuchado que habían ayudado a las fuerzas planetarias cuando los pielesverdes atacaron en el ciclo planetario anterior. De todas formas, no fue necesario. El Martillo del Emperador, los sagrados Adeptus Astartes, eran suficientes para retener y frenar esa y miles de hordas verdes más.

Así que, ¿a qué venían ahora? También había escuchado que habían atacado a un destacamento de la Guardia Imperial en este mismo sector. No eran de fiar. Tendrían que prepararse para cualquier cosa. Podrían venir a parlamentar, pasar de largo… o atacar.

Las fuerzas que Aduxas tenía a su disposición eran muy pocas, tan solo un pelotón de apoyo pesado y el propio pelotón de exploración que le traía el informe. El pelotón Gamma-6 aún estaba lejos, tardarían en llegar, así que más le valía estar preparados para lo que fuera. Esta posición era importante y había que mantenerla, esas eran sus órdenes y no iba a fallar. Nunca en su vida lo hizo y esta no iba a ser la primera.

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